Esta fue la respuesta de los líderes de las principales economías del viejo continente, a la manifiesta voluntad de convocar a un plebiscito nacional por parte del primer ministro de la nación helénica Yorgos Papandreu. El referéndum consultaría sobre la opinión que tienen los ciudadanos sobre las medidas de ajustes económicos “recomendadas” por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en la dirección de superar la actual crisis. La audacia democrática del primer ministro le costó el cargo y el pueblo griego se quedo sin ser consultado, paradójicamente en la cuna de la democracia moderna el capitalismo se debela tal cual es, negando la posibilidad que la soberanía popular se exprese y por esta vía conocer la voluntad mayoritaria de los directamente afectados por las medidas propuestas por las entidades supranacionales. Esta realidad da cuenta entre otras cosas, que la actual fase de desarrollo del capitalismo es incompatible con la democracia participativa.
La caída del muro no trajo como resultado natural un mundo unipolar sin contrapeso, por el contrario, se ha ido consolidando un sistema multipolar con el surgimiento de economías de países como China, India, Brasil y otras que apuestan a su desarrollo interno, sumado al florecimiento en América Latina de estados nacionales que recuperan sus recursos naturales y los ponen al servicio y bienestar de sus respectivos pueblos.
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