martes, 4 de octubre de 2011

La Vigencia del 5 de Octubre

Hace 23 años, un día 5 de octubre, los vecinos de la comuna de Santiago, al igual que los del resto del país, concurrieron masivamente a las urnas para dar un ejemplo cívico cuyo resultado dio la vuelta al mundo: el voto de la mayoría de los chilenos dijo NO a la perpetuación de una dictadura, al tiempo que comenzaba a restablecer las bases de una institucionalidad democrática. Vista desde una perspectiva histórica, dicha jornada adquirió el carácter de gesta liderada por los sectores populares, ya que el Plebiscito se desarrolló bajo condiciones adversas, por ejemplo, en materia de normas de excepción, recursos para la propaganda y medios de comunicación. La incertidumbre que generaba una convocatoria de esa naturaleza en el marco de una tiranía era enorme y, en ese contexto, el Partido Comunista cumplió un papel clave, pues sus militantes salieron a las calles a exigir la instalación de registros electorales, punto que la normativa de la Junta Militar impedía. Conseguido ese objetivo, los comunistas emprendieron una intensa y arriesgada campaña para decir No, Hasta Vencer. Y cuando los cómputos preliminares anticipaban una victoria que Augusto Pinochet no aceptaba, la voz de los comunistas volvió a irrumpir en las calles hasta que esa noche de dudas se convirtiera en el amanecer de una nueva construcción democrática.

El NO de los chilenos no sólo era el rechazo a una dictadura. Era una potente señal de compromiso con la vida y los derechos humanos; un nítido rechazo al proceso privatizador emprendido en todas las áreas estratégicas; un repudio a la municipalización de los colegios y a la jibarización de la vida universitaria; una protesta contra el alza en las tarifas y los bajísimos niveles de empleabilidad y salario; un justo reclamo contra la especulación financiera en el ámbito de la salud; un mensaje para poner término al vergonzoso déficit habitacional y a la marginalidad; un grito urgente contra el sistema económico que arrastraba ese lastre y un llamado en favor de implementar políticas sociales que repusieran el sentido de justicia.

Veintitrés años después, el sentido de esa plataforma reivindicativa mantiene plena su vigencia, pues tales deudas pendientes con la gente son las que inspiran a un movimiento social que empieza a retomar protagonismo en la medida en que estudiantes, trabajadores y pobladores van avanzando en la consolidación de un camino inequívoco y unitario para hacer que la dignidad irrumpa de una vez en la vida cotidiana de los ciudadanos. Veintitrés años después, la expresión señera del 5 de Octubre derriba la perorata argumental de quienes tratan de convencernos de que los plebiscitos no son posibles: al contrario, estamos convencidos de que los vecinos tienen todo el derecho del mundo a pronunciarse, con voz y voto, en decisiones que involucran el nivel nacional y el local, como puede ser, en el ámbito municipal, poner atajo al crecimiento inorgánico de la comuna derivado de los intereses de las inmobiliarias. La participación es un derecho, hay que consagrarla no sólo en la institucionalidad, sino también en nuestra cultura, y desde ahí hacerla realidad. Veintitrés años después, la manifestación cívica del movimiento social adquiere inusitada fuerza y las calles de Santiago ofrecen a sus habitantes la hermosa responsabilidad de convertirse en el marco de su puesta en escena.

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