Lo primero que tenemos que decir que a pesar de la creciente oposición a la intervención de EE.UU en el mundo, la política de Barack Obama es tan beligerante como la de su predecesor George Bush y no es posible ocultarla tras una aparente imagen carismática y renovadora, la política exterior y militar es la misma.
La venganza de la democracia, así el presidente Norteamericano Obama se refirió al operativo de infiltración en un país aliado, sin el consentimiento de el , la violación del espacio aéreo, la utilización de armamento ofensivo, las comunicaciones estratégicas entre la casa blanca, el pentágono y la CIA, inauguran una nueva fase en la lucha , el combate al terrorismo según las directrices, que el imperialismo no solo el norteamericano, han instalado a nivel mundial, aquí la nueva fase nos dice que los norteamericanos, su gobierno no escatimara recursos y medios para demostrar su superioridad.
Que en la practica el teatro de operaciones convencionales se traslada a núcleos reducidos de dirigentes civiles o insurgentes que no compartan la orientación de sometimiento a las políticas económicas, militares, culturales, en el Medio Oriente, África, Europa del este, Europa, Asia, Centro America y Latinoamérica.
Esto ratifica una tendencia que viene esbozándose desde el fin de la guerra fría, pero que se ha acentuado desde los ataques a las torres gemelas y el pentágono, y es que la dislocación a nivel global de los escenarios de combate y la relativización del derecho internacional permite que las potencias hegemónicas actúen ofensivamente de manera extraterritorial.
Este escenario pone de manifiesto la revitalizada importancia de las tropas de elite en tanto fuerza de combate que incorpora las características de la guerra del siglo XXI. Los antecedentes directos de esta situación tuvieron sus puntos mas importantes en los denominados vuelos de la CIA para el interrogatorio a prisioneros de guerra y el limbo legal en que se encuentran los prisioneros de Guantánamo definidos como no combatientes para saltarse los derechos que les corresponderían en caso de ser reconocidos como fuerza beligerante y evitar que celebrasen juicios en Estados unidos.
La actuación en Pakistán se ve salpicada además por la desconfianza del gobierno estadounidense del papel de Pakistán y de la influencia de Al Qaeda en el ISI, el servicio de inteligencia de pakistaní dado su doble juego de combatir al islamismo radical yihadista y fomentarlo a través de su apoyo a la guerrilla islámica en Cachemira que combate a la India.
Lo anterior en el contexto de dos potencias nucleares como son India y Pakistán, este ultimo país jugo un rol histórico previo a la caída de los países Socialistas, como cabecera de playa y de aseguramientos logísticos a la resistencia afgana, lo que les permitió generar lazos profundos con el islamismo radical y apoyar su desarrollo todo esto con el consentimiento de los EE.UU., lo que marca la inflexión es la infiltración del ISI por parte de Al Qaeda y el manejo por parte de esta ultima de información sensible que les permitió desenvolverse de manera fáctica en varios países de la región sin dificultad.
Este nuevo escenario más allá de las especulaciones re-instala la verdadera y única dimensión del enfrentamiento global, que les permita avanzar de manera unipolar en la consecución de sus objetivos, esto no pretende por ningún motivo la revancha o venganza de la democracia como lo planteara obama, como si la democracia fuera una carta blanca, deformando y añadiendo un elemento ideológico respecto de la concepción de democracia a nivel mundial de las EE.UU. Otra arista es que la señal al mundo de manera críptica es que la continuación de la política por otros medios sigue viva, con adjetivos, sinónimos, pero sigue viva, este lineamiento doctrinario también es contundente al señalar que la política o proyecto político que no contemple el elemento fuerza será aplastado.
(*) Texto de Análisis de coyuntura Internacional
Autor Javier Albornoz Rebolledo
Centro de Estudios de Seguridad y Defensa CEDES-ARCIS
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