Las complejidades de la dinámica
política obligan a una lectura permanente de la realidad y una actualización de
las posiciones tomando como marco de referencia los postulados teóricos y como
medida de la acción, la realidad práctica.
Es así como hay una constante que
no deja de llamar la atención que es el impacto de la candidatura presidencial
de Michelle Bachelet en las opciones políticas de la oposición.
Para la Concertación este impacto
está determinado por la lógica de recuperar el poder. Un sector importante de
ella quiere inspirar ese futuro gobierno con una lógica de transformación cuyos
límites son aún difusos, pero que se orientan por una apreciación crítica. El
problema de esta opción es su pasado y por ende, al menos por ahora, debe
lidiar con las desconfianzas.
En tanto, otro sector, el eje
PS-DC, se nueve más por la lógica de recuperar el poder y menos por su sentido
de transformación. Esto abre una duda en torno al rumbo estratégico de ese
futuro gobierno, que será resuelto en la medida en que cada identidad se
fortalece o debilita. Esto explica la tensión que genera al interior de la
Concertación el rol del PC y la incidencia que este último partido logra.
Lo anterior está determinado en
gran medida por el propio PC y por el movimiento social, donde dicho partido
tiene realmente sus fichas. Visto en frío, ambos factores están fuera de la
Concertación lo cual reafirma la convicción de muchos dentro de ella en torno a
afianzar sus lazos con quienes están fuera, incluyendo el PRO.
Para el PC la lógica de recuperación
del poder es inexistente porque no lo ha tenido. En cambio, la de
transformación ha sido su relato construido en torno a la necesidad de derribar
el modelo neo liberal y sustuitrlo por uno con Estado fuerte, economía mixta,
democracia pluri partidista y nueva Constituición. Los cambios en los países
vecinos avalan su tesis. Sin embargo, para transformar la sociedad, hay que
acceder al poder y esta lógica sustituye la de recupración, pero cumple una
función parecida. Pragmatiza la politica y esto funciona de este modo para
cualquier fuerza politica que pretende hacerse del poder político, resultando
en un abandono de posiciones testimoniales, por decirlo así.
El problema para el PC -no es
secreto y muchos sacan partido de ello- es avanzar con su politica sumando a
ella personas y multitudes, equilibrando por una parte, la mirada de
transformación, haciéndola una realidad accesible y creíble con, por otra
parte, evitar que el avance de su politica sea – en la resta para la suma – un
avance de la politica de otros, lo cual implica dosis importantes de
pragmatismo.
En tal sentido resulta pertinente
hacer un repaso resumido. En él constataríamos que la critica implacable al
neoliberalismo, que ha sido su sello -la cual hoy muchos comparten y está en el
fondo del giro a la izquierda de esos mismos-, es un factor relevante a su
favor, un patrimonio que debe saber conservar en aras de la lógica de la
transformación. En segundo lugar, su legitimidad social es el otro factor
determinante a su favor, contribuyendo a que la transformación sea posible y
creíble toda vez que dentro de los partidos politicos es casi el único que
tiene dirigentes que pueden pararse en cualquier lado sin miedo a ser
repudiados.
Su debilidad en cambio, es la
fortaleza de los “progresistas” de la Concertación. Su poca influencia en las
ideas que mueven las instituciones y las políticas públicas, hoy producto de
sus posiciones muchas veces testimoniales, se refleja en que nadie le pregunta
al PC que opina sobre transporte, pesca, minería, regionalización, agricultura,
etc, casi todo, con las honrosas excepciones de educación y salud y en menor
medida desarrollo local, participación y
derechos laborales. No es que no tenga opinión, es que esa opinión carece de
efecto y, en consecuencia, sus ideas tienen limitada incidencia.
Para enfrentar adecuadamente el
periodo que viene, en particular por lo señalado al inicio sobre el impacto de
la candidatura de Bachelet, debe realizar una valoración politica objetiva de
cómo conjugar las dos lógicas. En este sentido, en lo inmediato al menos, debe
avanzar más en la lógica de acceso, y para hacerlo no lo puede hacer sólo con
la lógica de la transformación por el efecto testimonial que dicha lógica crea.
El PC debe buscar incidir, debe anticipar este nuevo vacío histórico, sin
olvidarse del anterior, y así lograr influenciar con sus ideas, las políticas
públicas, los programas políticos y los programas presidenciales. Dicho de otro
modo, es imperativo influenciar con sus ideas los debates que hoy se dan,
porque la forma de transformar es incidiendo, de lo contrario, sólo se
satisface un mandato auto invocado que no cambiará la Historia.
Por ello, simultáneamente debe
hacer sentir el peso social y político de su pensamiento en el mundo social. En
esta dirección resulta importante instalar, muy pronto, un mecanismo de
definición de candidatos presidenciales de la izquierda y plantear, cuanto
antes, su intención de competir a riesgo de quedar relegado por la futura
irrupción de Bachelet.
Si esto no ocurre, es altamente
probable que en los próximos meses, su discurso politico comience a ser
influenciado – mas de la cuenta al menos – por las ideas de sus nuevos aliados
que poseen mucho mas práctica acumulada, lo cual luego se podría traducir en un
apoyo anticipado a la candidatura de Bachelet y, con ello, neutralizar la
posibilidad de construcción programática propia y compartida.
En este contexto, el encuentro
programático de la oposición, aplazado por solicitud del PC, es una señal en
dicha dirección, pero deben venir más, de lo contrario, el riesgo de ser
anulada como opción de transformación democrática es factible y esta situación
tendría un efecto estratégico para dicho partido dejando un espacio que muchos
apetecen.
Por Carlos Arrué
Abogado
Encargado del Programa Legislativo de ICAL
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